Entré. Estaba oscuro.
Un par de ojos me miraban fijo.
Luego se le sumaron más.
No pude reaccionar a tiempo.
Las luces se encendieron y
las marionetas salieron de sus cajas.
Me ataron de pies y manos.
Habían cortado sus hilos durante la noche.
Estas criaturas de espíritu libre
y cuerpos encadenados
buscaban su libertad.
Malinterpreté el mensaje en sus miradas;
no era renunciamiento,
eran ansias de autonomía.
En mi afán de darles vida
no me había convertido en su salvador,
sino más bien en su tirano.

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