Abrí los ojos como impulsada por una energía avasalladora. Cada uno de mis músculos, hasta ahora en reposo, cobró vida y movimiento, todos ellos despertaron al unísono. La gente a mi alrededor me miraba extrañada, como preguntándose qué ente se había apoderado de mi ser. Yo misma no entendía bien qué estaba sucediendo.
Me había quedado dormida con el monótono traqueteo del subte sobre las vías y el calor humano de la gente amuchada en el vagón en pleno invierno. Fue entonces, cuando ya no pude detener frenético movimiento mis pies, que me puse en pie para rienda suelta a la emoción que me recorría por completo cuerpo, mente y espíritu.
Una alegría rebosante me invadía y al mismo tiempo emanaba de mí hacia los demás pasajeros que atinaron a alejarse, más por antipáticos que por asustados, hasta que me quité los auriculares y el rock n’ roll de Chubby Checker inundó los oídos y la sangre de todos los presentes.Aquellos rostros apáticos se convirtieron en sonrisas y ojos chispeantes, y los cuerpos, en conductores de una corriente eléctrica y contagiosa que decía, “...Let's Twist Again like we did last summer, lets twist again, like we did last year…".
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