La danza, expresión que libera, la energía contenida en los cuerpos se trasmuta, viaja, esta vez, en los brazos de una joven que se mueve soltando y naciendo a cada paso. Energía que repiquetea y se posa en los diversos cuerpos… Piel, madera, espejo.
Un mundo mágico, único, indescriptible, en él, una mujer que hipnotiza al espectador que, absorto en su baile, se sumerge en un mudo discurso vestido de arte.
Ella se desliza en rítmicos movimientos, cortos, agiles y furtivos. Los pies y manos dibujan enigmáticas escenas alrededor del torso que se retuerce y contonea con y sin música, escenas que cargadas de significado revelan un alma sin tapujos.
La libertad fluye sin desenfado, nace de los poros de esta muchacha, al compás de su figura en movimiento; es el vivo reflejo del equilibrio, la sintonía y la creatividad.
Ella comparte su relato a través de estos pasos danzantes, una historia que fluye en las venas y es de quien quiera y se anime a contarla.
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