Iba bajando la calle solitaria y oscura,
pero parecía no importarle.
Se detuvo, sacó un atado,
y casi por inercia encendió un cigarrillo.
Con una mano se lo quitó de los labios,
y volvió la otra al cálido bolsillo.
Mientras callado soltaba el humo
y su mirada paseaba errante,
no se podía leer en su semblante
qué ideas devanaba su mente
pero seguro sus ojos profundos
guardaban mas de un ávido secreto....
Y siguió bajando la calle
por la húmeda vereda fría,
tal vez sin preguntarse nada,
sólo absorbiendo el silencio
y contemplando mudas fachadas.
Repitiendo pisadas rotas,
advirtió que lo seguían
y cambió el rumbo de su mirada…
Sus pasos ya no andan solos,
me ha tomado de la mano
y el eco de nuestras pisadas
va ahogando latidos y sombras
abriendo esperanzas y vidas nuevas
en este vasto y complejo mundo.
Y el sol va asomando su faz
como en cualquier otro día
pero sin saberlo a conciencia,
envidia la calidez de nuestras almas puras.
Todavía lo oigo suspirar con melancolía
y sé que está pensando en la Luna.

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