Horas de anhelo me rodearon en amaneceres de espera eterna
y tímidas lunas contaron madrugadas de ojos insomnes.
Corrí sin rumbo fijo buscando en la nada lo que nunca fue mío
y el alba me encontró dormida en sutiles praderas bañadas de jade.
En grandes cuadros se inmovilizaron las imágenes de la historia
y el tiempo comenzó a despertarse entre mares de melodías pasadas.
Tras pálidos mármoles se ocultaron los sueños de antaño
y las almas se abrieron paso entre rígidos recuerdos teñidos de añil.
Vi a las sombras abandonar los desahuciados corazones
y escabullirse en el suave brillo del rocío en ese amanecer.
Las flores se despegaron de los sentimientos y cortesías
y aferradas a la tierra le dieron comienzo a una nueva danza de vida.
Vi un caballo salvaje corriendo a mi lado
llevando consigo una noche ausente de astros.
Y allí en el vasto universo tendido frente a mí,
encontré a mis sueños dormidos esperando ser.

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