¡Cuántas veces he soñado con bailar y bailar! Veo a la gente mover los pies de aquí para allá al compás de la música. También quisiera viajar para conocer otros lugares, distintos paisajes, respirar otro aire y guardar nuevos recuerdos.
Desde aquí siempre he tenido la misma vidriera, el mismo sentir, porque aquí donde habito es ningún lugar. Me pregunto cómo será conocer otras realidades, dar nuevos pasos, andar caminos ignorados.
Entonces cada noche pido a quien pueda oír mis ruegos, que claman sin voz pero con vivo anhelo, que me concedan la gracia de vestir mi espíritu y poder andar.
Y así, esta noche me regocijo al sentir que mi alma viaja e insufla de vida a éste, mi cuerpo, que si bien necesita de hilos y manos ajenas, me permite vivir mis sueños guardados.
Después de incontables días y noches de experiencias inimaginables mi deseo más sincero es compartirlas. Por eso cuando caiga la noche y la última luz se apague y nos deje en penumbras, le diré a quien quiera escuchar: - "¿Me prestas tu voz?... Te cuento un secreto".

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