Aguardo algo impaciente que venga a buscarme, me saque del lugar
donde reposo y me lleve con él, invitándome a vivir una nueva aventura.
Es ahí cuando me siento vivo, cuando realmente
la vida pulsa dentro mío y me entibia el alma.
Veo cómo me devoran sus ojos, cuando con su mirada me desnuda y sus manos,
ávidas a veces, más serenas otras, me recorren placenteras.
Sin embargo, me entristezco cuando llegamos al final de la historia,
porque sé que extrañaré su compañía, su deseo de verme y descubrirme.
Pero también alimento la esperanza de que regrese cuando menos lo espere,
porque... después de todo sólo Soy cuando me lee,
pero es cuando lo acarician mis palabras que su vida cobra un nuevo sentido.

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