Caminando, me encontré con la hoja de un diario íntimo, me dije que no debía leerla porque era inmiscuirme en la vida privada de otra persona, sin embargo no me deshice de ella y la guardé en mi bolsillo. Continué mi camino a casa y no le di más importancia al asunto.
Más tarde ese día, cuando ya descansaba en un sillón del living, metí la mano en mi bolsillo y la carta salió a mi encuentro. La desdoblé cuidadosamente intentando no posar mis ojos detenidamente en ella, pero no pude contener mi curiosidad. Me dije que el autor igualmente no me conoce y tampoco yo a él, por lo que en verdad no habría inconveniente en que la leyera. Sin darme lugar a dudas, me coloqué las gafas y comencé la lectura.
Al terminar de leer me di cuenta de lo afortunado que era. Yo no era como aquél narrador, una persona que intentó acomodar su vida, en todo momento, a lo que los demás esperaban de él. Alguien que fagocitó sus sueños y los convirtió en cenizas, pues se encendía por dentro y por fuera mostraba una templanza que no tenía y que apagaba su llama interna. Eligió la carrera que enorgullecía a su padre, pero que le dejaba la boca y el alma con sabor amargo. Se casó sin estar enamorado, solo porque se dejó llevar por las palabras de su familia, lo que más le convenía dijeron.
¿Cómo vivir así? Eso no es vivir, es andar por la vida cumpliendo, respondiendo y obedeciendo, doblegado, a los deseos de otros. ¿Es que acaso se habrá dado por vencido y las hojas de su historia llegan hoy hasta mí? ¿Para qué? Para darme cuenta que aquel pude ser yo, pero no fue así porque en mi vida soy el que quiero ser, amo a quien el corazón me dicta y vuelco mi inspiración en las hojas de libros que llegan al mundo liberando la pasión que les da vida.
Qué más puedo pedirle a la vida, que ser auténtico, vivir experiencias que disfruto, dar y recibir con honestidad, pasión y expectativas. Soy humano, a veces me equivoco y a veces acierto, lloro, río, comparto y anhelo, hago y me arrepiento y a veces también me felicito, por qué no. Si la vida no viene con un manual, ni los días son horas perfectas, solo puedo ser quien he sido y seguir latiendo al compás del dolor y de la dicha, pero que no se diga que no he vivido.

Comentarios
Publicar un comentario