Un Bosque con Lobos y Brujas - CUENTO


Cuando Gretel logró encerrar a la bruja en el horno donde pretendía cocinarlos a ella y a su hermano, corrió al establo para liberar a Hänsel. Antes de huir de la casa comestible de la bruja malvada, los hermanos recorrieron la misma y encontraron cajas llenas de perlas y piedras preciosas con las que llenaron sus bolsillos y así, se dispusieron a huir y regresar a casa con sus padres.

Su madre y su padre el leñador los habían dejado en el bosque con la esperanza de que buena gente los encontrara y acogiera ya que ellos, sumamente pobres, no podían alimentarlos ni hacerse cargo de su crianza, pensando que así tendrían un futuro mejor. Ahora, con las joyas que llevaban podrían abastecerse toda la vida. 

Al cruzar el río para retornar al hogar, los niños experimentaron una extraña sensación cuando alcanzaron la otra orilla. Percibieron sutiles cambios en el bosque que allí se encontraba sumido en una bruma blanquecina, con árboles más pequeños de lo que recordaban y un claro en el lugar donde debería haber estado la casa; sorprendidos comenzaron a recorrer los alrededores en busca de algo familiar.

Así, divisaron a un cazador, extrañamente muy parecido a su padre aunque mucho más joven, apenas un adolescente de unos 19 años, que se dirigía a una pequeña cabaña. Se escondieron entonces movidos por la curiosidad a esperar que saliera para verlo más de cerca y para hacerle algunas preguntas.

Cuando lo vieron salir, iba acompañado de una niña de unos 13 años, muy parecida a su madre y de una anciana. Ambas llevaban la ropa raída y empapada, la abuela un camisón y la niña una caperuza roja. Tenían además la cara sucia y se veían muy afectadas por lo que parecía haber sido un ataque bestial.

Sentados detrás de unos arbustos observaron como un lobo de panza prominente caminaba cansadamente, casi arrastrándose, hasta el lago donde al acercarse a la orilla para beber se hundió en lo profundo de las aguas frías y oscuras. Comprendieron entonces que aquellos eran sus padres y que, como ellos mismos hace instantes, habían sufrido una tragedia de la cual lograron salir airosos. 

Imaginando cómo había sido la aventura con tintes de horror que sus progenitores aún jóvenes habían vivido, procedieron a memorizarlo todo para que no se les olvidara detalle alguno y repitieron la historia una y otra vez hasta que el cansancio los venció y se quedaron dormidos. 

En sus sueños y, muchos años más tarde, en sus libros, la historia contaría que una niña vestida con una caperuza roja y su abuelita fueron salvadas por un cazador de morir en las fauces de un lobo feroz. El muchacho, que se había percatado de que el animal había entrado en la cabaña y no había vuelto a salir, intrépidamente decidió averiguar qué ocurría y, al descubrirlo durmiendo con la panza llena de sus víctimas, le abrió la barriga librándolas de una muerte segura. Luego, como castigo, llenaría las entrañas del agresor con piedras, volviéndolo a coser para que se hundiera en el fondo del lago.

La madre, la abuela y la pequeña quedaron de lo más agradecidas, sin embargo las dos mujeres no se percataron de que, si bien Caperucita era una niña, ya contaba con 13 años, y el cazador le había robado el corazón. Él, al verla como una chiquilla, no puso en ella su atención en un principio y tampoco imaginó que unos años más tarde caería preso de su embrujo. Así, los jóvenes enamorados se casarían para formar en un futuro, una hermosa familia con dos hijos muy afortunados.


Comentarios