Renacimiento - MICRORRELATO


Tenía una manera muy particular de decir las cosas, así, directo, fulminante; no importa si hería, mejor quizás. Las palabras salían de su boca como navajazos pero eso no era todo, lo peor eran los golpes… 

Y así lo recibían, a veces con miedo, otras con repudio; lo detestaban, eso nadie lo negaba, sin embargo nadie le hacía frente pero un día, un día le iban a devolver la cortesía de esas agresiones y sus verdades tajantes.

Sus manos ahora estaban libres, ya lo habían desatado. Hacia unos minutos la soga todavía le cortaba la circulación mientras le contenía las muñecas retorcidas. La sangre goteaba tiñendo el nudo. Nunca se quejó. Al final, lo habían convencido… ¿o no?

Fue en otros tiempos, lo que pasó no tenía nombre. No basta con acordarse pero hay que decir que ya habían matado al demonio que llevaba dentro. Se lo habían sacado a pura palabra nomás. Jamás lo tocaron.

Volvieron todos juntos, envueltos en hermosas historias, historias que surgieron de aquel renacimiento y que fueron las que se contaron por todos los pueblos. La sangre había brotado porque él había forcejeado para soltarse, nadie lo lastimó, nadie lo había tocado. Después de que lo soltaron, se dio cuenta de que todos estos años el que había sufrido heridas era él, esas heridas las llevaba por dentro. 

Eran ellos o nosotros, eso dijeron. ‘Ellos’, los demonios torturadores que lo habían hecho ser el hombre que fue, o ‘Nosotros’, los que le mostramos que hay otra forma de vivir. Ahora él también era uno de nosotros.


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