
Me escondo en las sombras. Mis ojos claros están pensativos. No pestañeo. No, no tengo miedo. Tampoco espero que me teman; no estoy acechando a nadie. Simplemente me he quedado aquí, quieta, muy quieta, para escuchar mis pensamientos, para que nada me aturda ni desvíe mi atención. ¿De qué?, de mi misma. Uno se evade y se pierde fácilmente en estos días... si quiere.
Si me quedo quieta y me escucho atentamente percibo lo que siento, lo que quiero decirme, lo que a veces callo sin darme cuenta. ¿Quién no calla de vez en cuando? ¿Por cobardía?, ¿por comodidad?, ¿por necesidad?, ¿por indecisión? Se da vuelta la hoja y se sigue. No siempre es bueno pero a veces parece no haber otro camino.
Hoy las sombras me ocultan un poco el rostro, para cuidarme, para susurrarme verdades, para contarme secretos, para darme coraje. Si, a veces necesitamos un empujoncito. ¿Hacia dónde? Hacia donde haga falta, hacia donde nos estén esperando, hacia donde nos privamos de ir por una cosa o por otra... A la fantasía, a la libertad y a la alegría.
Mañana saldré de las sombras que me inmortalizan en esta fotografía, de hoy y de siempre, porque trae al tiempo consigo y me lleva de la mano a un mañana, a un más allá posible. Sólo hay que dar el paso, hay que escucharse, hay que soñar que se sale y se renace de la oscuridad que nos habita y que nos circunda. Mañana seremos luz y quizás, si nos atrevemos, podremos llevar luz a otros lados.
Comentarios
Publicar un comentario