Azul, Rosado y el Mar - MICRORRELATO

 

Parada a la orilla del mar no pude resistir la tentación. Me despojé de mi ropa para fundirme en un abrazo rosado de cientos de flamencos que me aceptaron como una más. Mi cuerpo doblado entre la tela se confundía con las delicadas plumas de aquellos majestuosos animales.

El agua lamió mis pies pues, sin darme cuenta, me fui adentrando en el mar. Inspiré profundamente el húmedo y fresco aire de la costa. Pasé mi lengua por mis labios secos y la sal invadió mi boca. Me sentí salvaje y aventurera. 

El viento, escandalizado por mi desnudez, envolvió mi vestido azul y lo llevó lejos, retándome a permanecer desnuda. Lejos de sentirme avergonzada, me sentí plena, libre y osada. Recibí la caricia del sol completamente agradecida de poder disfrutar de aquel momento tan mío, tan sublime, tan íntimo con la naturaleza. 

El azul-celeste del cielo me conmovía dejándome suspendida en una nube libre de pensamientos, solo sintiendo y soñando. El dorado de la arena y el durazno de mi piel y del plumaje de los flamencos parecía querer recordarme la fragilidad de todos los seres y cuánto nos necesitamos uno a otros.


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