Se oía la voz de la mujer, una actriz muy reconocida de la época, que hablaba con un hombre. Todos estaban escandalizados porque no estaba bien visto que un hombre estuviera dentro del camarín de una estrella, y mucho menos a puertas cerradas. Sin embargo, la muchacha sonaba despreocupada, y aunque no se podía entender lo que decía tan baja era su voz, sí se percibían claramente las carcajadas que la actriz profería sin disimulo. Por su parte, el hombre solo carraspeaba mostrando, a claras, una incomodidad que la mujer parecía ignorar.
Tal fue el escándalo que armaron los testigos de esta inusual situación, que el asunto llegó al director de la obra que, por ese entonces, se daba en aquel recinto. Indignado, éste caminó con paso enérgico hasta el camarín de la bella actriz protagonista. Al llegar al camarín golpeó y nadie respondió; como en ese instante solo había silencio, apoyó la oreja sobre la madera de la puerta y esperó…
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