Del Otro Lado de la Línea - RELATO BREVE

Una línea a veces es distancia, a veces es tiempo, a veces luz y a veces sombra. Depende también del punto de vista. Podemos preguntarnos si divide o si une, si aleja o acerca… Si esa línea es continuidad o interrupción.

Una noche, la luna llena diáfana y ufana en el cielo decidió contemplar más allá de su aura. Blanca y brillante muchas veces se enceguecía con su propia luz hasta que un día se enteró que la luz no provenía de ella, sino del sol. 

Eso la entristeció pero luego se dijo que no era tristeza, sino que tenía el orgullo herido y por eso convenció a las estrellas de compartir la noche con ella y dejar solo de día al sol. Los días que la luna se quedó oscurecida se llamó luna nueva. Cada tanto se ensombrece y luego renace; esos días son sus cuartos crecientes y menguantes.

Recorriendo aquella noche de hastío todo a su alrededor captó más abajo un mundo vibrante, diferente, con sonidos, música, colores y movimiento. Nunca hasta ahora le había prestado atención. Se preguntó cómo se llamaba y, como lo hizo en voz alta, alguien la escuchó. Una voz grave y melodiosa le contestó:

- ‘Se llama tierra y es parte del mundo. No solo existe el cielo, ¿sabías?’.

- ‘¿Y quién eres tú?’,  preguntó entonces la luna.

- ‘Soy el horizonte’, contestó él.

-‘¿Y qué eres?’, siguió ella más curiosa, aunque tratando de disimularlo.

- 'Soy una línea que delimita los confines del cielo y la tierra, arriba y abajo, el aquí y el allá'. 

- ‘Pero, ¿Siempre has estado ahí?'.

- 'Sí y no. Parezco estático pero estoy en constante movimiento y además soy mágico'. 

- '¿Ah sí? ¿Y por qué?'.

- Porque soy imaginario. Nunca podrás tocarme ni alcanzarme pero, si lo que quieres es contemplarme y hacerme compañía, aquí siempre estaré.

Y como ella se sentía sola, aun con las estrellas a su lado, se hizo su amiga. Y habló con él mucho tiempo, horas y días y mucho más. Hasta que un día comprendió cuán equivocada había estado con respecto a muchas cosas y comprendió entre ellas que no era culpa del sol que ella no brillara por sí misma. Y no sólo eso, sino que se enamoró de él porque supo que él era feliz iluminándola para que ella se vistiera de brillos y esplendor. Desde entonces, algunos días con la ayuda del horizonte, se citan y se besan a la vista de todos y lo llaman eclipse, a veces de sol, a veces de luna.

Así una línea no es siempre el final de las cosas, sino el principio… Y quizás también, el origen de todo... Algunos le llaman Dios.


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