Hoy soy una nota musical que nace y se desplaza por el aire, resuena y viaja, a través del espacio y el tiempo. He nacido de un instrumento de viento, gracias al impulso de un soplido cargado de pasión por la música. Miro desde lo alto todo el universo. Tan pequeños son los hombres, los animales, los vegetales y las rocas. Aun las estrellas son pequeñas desde aquí. El brillo del sol me llena de energía y a su vez proyecta en mí su luz etérea.
Sigo sonando, mi existir no tiene fin. ¿Cuánto tiempo ha pasado? No lo sé. No existe el tiempo ahora. El espacio infinito me abre sus puertas y me invita a recorrerlo. Descubro cosas hermosas y sobre todo descubro mi ser. Sigo siendo una nota; cobro fuerza y siento que me trasformo. Quiero volverme un acorde. Genero impulso y vuelvo a nacer. Soy atraída hacia la Tierra por una fuerza majestuosa, ¿será el amor?.
Me adentro en las cuerdas de un viejo violín, tocado con la elegancia más pura, la pasión y la entrega de un intérprete soberbio. Está ausente, creo que también está viajando. Sin embargo, sus manos despliegan su arte con un frenesí único. Me dejo llevar… No quiero morir en esta melodía. Mi intención es adentrarme en el espíritu del universo. Tomo coraje porque también tengo miedo. Conocer lo desconocido.
…Cuando vuelva, será para golpear las teclas de un piano, el platillo de una batería o el parche de un viejo tambor. Y desde allí, de nuevo, empezar el camino…
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