Mi Encuentro con Caperucita - MICRORRELATO

Me encontraba a la edad de diez años, allá por 1988, en una librería de mi barrio recorriendo los estantes de libros ordenados por género. De pronto, escuché una risita y sentí curiosidad, así que empecé a recorrer los pasillos del local hasta toparme con una niña, más o menos de mi edad que reía con un libro entre las manos. Tan sorprendida estaba que, al principio, me costó encontrar las palabras para hablarle. Su capa roja y la canastita a sus pies captaron toda mi atención. Opté por acercarme delicadamente y no pensar en lo que iba a decir sino en ser yo misma.

- 'Hola Caperucita, ¿Cómo estás?. ¡Qué sorpresa verte acá!’

- 'Hola, bien. ¿Cómo estás tú? Sé quien eres pero me gustaría que me dijeras tu nombre. Son muchos los niños y niñas que me conocen y no puedo recordar los nombres de todos'.

- 'Soy Ximena'. 

- '¡Qué lindo nombre! ¿Y cuántos años tienes?'

- 'Tengo diez años'.

- 'Hermoso, me encanta esa edad. Ya puedes hacer muchas cosas y también te queda mucho por aprender. Es fascinante'.

- 'Si… lo sé. Ya que estás aquí, me gustaría hacerte algunas preguntas y, si querés, vos me podés hacer a mí las preguntas que quieras'.

Y así Caperucita y yo hablamos de muchas cosas. Cuando finalizamos nuestra conversación nos prometimos vernos otra vez, diez años después, en el mismo lugar, el mismo día y a la misma hora y así lo hicimos. 

- '¡Quién hubiera dicho que te encontraría así de enamorada!', me dijo al verme.

- '¡Caperucita!… ¡Hola! ¿Cómo estás?¿Pero cómo sabés?', le dije asombrada.

- 'Y… es la experiencia. Yo puedo ver más allá en los ojos de los otros. Ver la mirada de los niños me enriquece el alma cada vez', me contestó.

- ‘Impresionante', le dije. '¿Y vos no tenés novio?', le pregunté curiosa.

- 'Me casé con el leñador que me quiere desde siempre'. 

- '¿Pero él no es mucho mayor?', pregunté sin tapujos.

- 'Aunque sigo siendo niña en los libros de cuentos, como ves, ya soy adulta', explicó sin enfadarse.

- '¿Y qué fue del lobo?', quise saber.

- 'El lobo vive con abuelita. Los dos necesitaban compañía y decidieron dejar a un lado sus diferencias. La pasan muy bien juntos', me dijo con un guiño de ojo.

- '¡Cuánto me alegro! Entonces, la vida de todos ustedes no se parece en nada a la que leemos en el cuento'.

-'Y… ¿no es así acaso la vida?', filosofó.

Al salir de la librería nos fuimos de copas y brindamos por diez años más, y otros y otros más. 


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