Fuga de Palabras - MICRORRELATO

 

Tomé un libro del estante y me dispuse a leer. La tarde se prestaba para eso. Me gusta leer en las tardes lluviosas de otoño. Coloqué el libro en la mesita ratona y fui a la cocina a prepararme un café. 

Volví con la taza humeante en mi mano izquierda, tomé el libro con la mano libre para ponerlo a resguardo, no fuera a ser que volcara el café sobre él. Me senté en el cómodo sillón de cuero marrón del living.

Este sillón era de mi abuelo, está en un rincón, muy bien iluminado por una lámpara de pie, bastante antigua también. Silencio. La taza humeante sobre la mesita. El libro en mi mano derecha. 

Antes de abrir el libro bebí un sorbo de café. El aroma es exquisito. Mientras tragaba el líquido caliente sentí que el libro vibraba suavemente en mis manos. No supe que pensar. Volví a sentir la vibración en mis manos, una vez más.

Dejé el café a un lado y abrí el libro. Vi cómo todas las palabras se agolpaban queriendo acercarse al margen. ‘Estoy alucinando’, pensé. Sin embargo, era real. Creí que aquellas palabras intentaban fugarse del libro porque no querían ser partícipes ni cómplices de sus declaraciones. 

No era así. Salieron de las páginas para caer, de clavado, en mi taza de café. Emergieron poco a poco, calientes, humeantes y exquisitamente aromatizadas. Volvieron a las blancas hojas del libro que, inmediatamente, se hizo más pesado, ¡Eso sí, sin derramar una gota!


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