Al darme vuelta estabas ahí, a mi lado; estábamos cerca. Saber que al despertar te vería era la alegría más grande para mí. ¡Cuánto tiempo juntos! Mañanas de pleno sol entibiaban nuestros cuerpos que, dichosos, cantaban.
Te enseñé muchas cosas pero vos me enseñaste tantas otras que desconocía antes de que entraras a mi vida. Esa mirada tan especial, tan única, ¡Cuánto sentimiento en esos espejos del alma, tus ojos! ¡Qué dichosa me sentía!
Hoy el recuerdo de cada momento compartido me invade como tantas otras veces en las que vuelves a mi mente, aunque nunca te hayas ido. No obstante, en días como hoy los revivo casi sintiéndolos vibrar.
Tus aromas tan suaves, los latidos de tu pecho, tus caricias tan a tiempo sosteniendo mi alma. Te enseñé a volar y un día me mostraste cómo lo hacías. Me sentí plena y feliz pero sabía pronto dejarías el nido.
Ese tiempo llegó y ya han pasado muchas lunas. Te extraño y pienso que si no te hubiera enseñado, quizás, aún estarías a mi lado… ¡Pero no, no tengo dudas! ¡Jamás se ha de coartar la libertad por egoísmo! Vive tu vida, disfruta tu vuelo.
Siento tu amor aunque no estemos juntos. Sé que aunque hayas partido me tienes contigo y pronto, muy pronto nos veremos. ¡Te quiero, te quiero tanto! ¡Cuánto amor! Ya un día lo sabrás cuando tengas tus propios hijos y les enseñes el vuelo de la vida.

Comentarios
Publicar un comentario