Terciopelo Azul - MICRORRELATO

Una estrella brillaba en lo alto del cielo, hermosa, blanca, espléndida. Si la mirabas bien parecía pegar pequeños saltitos, de alegría seguramente. En las noches de plenilunio contaba cuentos a sus compañeras y en las de luna nueva jugaban a las escondidas. Cuando estaba aburrida le hacía unos guiños al sol para darle a entender que la luna le mandaba saludos.

Una noche, mientras abría sus brazos al desperezarse después de la larga siesta diurna, una voz la sobresaltó cuando le dijo, ‘Estás hermosa’. Ella se desplegó por completo y miró a su alrededor en busca del hablante. No vio a nadie salvo las otras estrellas. La voz se volvió a escuchar y dijo, ‘¡Extrañaba tanto verte brillar, así, tan cerca!’. Y entonces la estrella reconoció la voz y se emocionó.

Su marido estaba allí. Habían vivido juntos una vida allá en la tierra y ella hacía tiempo se había instalado en el firmamento. Lo extrañaba pero imaginaba que un día se volverían a ver. El momento había llegado y ambos corazones titilaban al unísono en el terciopelo azul que los cobijaba. ‘¡Amor!’, dijo ella casi en un suspiro. Esa noche llovieron estrellas fugaces con las que miles de almas pidieron deseos.

Se dice que desde ese entonces hay dos estrellas en el cielo que brillan y saltan a un mismo tiempo pero no son las únicas. Pares de estrellas como esas hay infinitos, como infinitos son los amores que pueblan el cielo y la tierra. Por eso te invito esta noche a que mires el cielo y busques aquellas que más te conmuevan. Atesora entonces por siempre las luces que irradian porque un día serás tu quien baile y titile en el cielo.


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