Una taza de café entre sus manos, la mirada perdida en el horizonte. Se entibia su tarde pero su corazón sigue penando en un frío silencio.
Los recuerdos de los buenos momentos causan revuelo en su mente, son el preludio de las lágrimas; se le hacen eternas la horas donde la risa está ausente.
Ella sabe que su corazón sanará pero aun queda un largo camino para cerrar las heridas. El sol le acaricia el rostro, ‘Ya pasará’, se consuela.
Aun percibe el eco sordo de las palabras esas, que como flechas, pronunciaba por noche quien hoy está lejos del presente.
Se mira las manos vacías de amor. Extrañan el calor de aquel que le soltó la mano aunque había prometido tomarlas por siempre.
No llores mujer amante, un nuevo amor llegará a tu vida, como el sol que reaparece cada mañana para entibiarte el alma.

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