El cielo se cubre de un negro aterciopelado, las nubes lo encapotan y no queda ya el azul en su lecho. Los relámpagos iluminan el horizonte y entonces se puede diferenciar el mar del firmamento. Los truenos rugen abarcándolo todo, son un estallido que captura nuestra atención y nos causa escalofríos.
Sin embargo mi alma me dice, “No temas, pronto llegará la lluvia, renovará los mares y los ríos. Las cascadas se harán amigas del diluvio. Las plantaciones se regocijarán con la frescura que las baña. Las flores se vendrán aun mas coloridas y frondosas.
Llegarán palabras nuevas, más sinceras y más ricas, sueños e ilusiones más grandes que anidarán en el rocío del alba y los ocasos. Se alegrarán con vivos cascabeles las risas de los niños, las esperanzas y las voces de los grandes y mas estrellas nacerán junto a la luna cuando la lluvia toque la tierra silenciada.
Después de la lluvia, todo será más fresco, más suave y más liviano. Los hombres podremos ver más claro, como si la transparencia del agua nos limpiara de impurezas y rencores. ¿Quien no espera que llegue la lluvia? Si todos necesitamos un nuevo comienzo, una bendición. ¡Vamos, chapoteemos de nuevo en los charcos!".

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