¡Qué bien la hizo! - MICRORRELATO

Camino en la noche luego de un día agitado. El trabajo con sus cosas, las reuniones, los informes, los proyectos, mucho que hacer, llamadas y más. Estoy exhausto. Deseo llegar a casa, darme una ducha, cenar e irme a dormir.

Miro mis pies, uno delante del otro, el paso casi hipnótico pero no me dejo conquistar por el sueño que me sobreviene como una oleada insalvable. Bostezo y me pongo un caramelo de menta en la boca. A seguir andando.

Estoy llegando a la estación y escucho que una formación se está yendo. “Pucha, me la perdí, ahora a esperar un rato”, me digo. La luz del lugar me da de lleno y veo mi sombra proyectada en la pared del túnel, detrás de mí. De pronto, veo que se sube al subte que aun no ha llegado. 

Pestañeo varias veces, y ahora veo a mi sombra descender de la formación, caminar unos pasos y llegar a una puerta. Pienso que el cansancio me está jugando una mala pasada. Me refriego la cara con ambas manos, abro los ojos como platos y veo que la sombra ha entrado a mi casa. ¡No puedo creerlo! 

Yo sigo aquí, parado en el andén, rodeado de algunas personas que también ansían viajar. Sorprendido veo que mi sombra me hace un “ok” con el pulgar derecho levantado, se acuesta en mi cama y apaga las luces de mi cuarto. 

A mí me falta por lo menos una hora para alcanzarla. “¡Qué bien la hizo!”, pienso, y no hago más que felicitarla. 


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