la boca mordiendo el labio inferior antes de ser besada.
Los segundos siendo gritados con ansias antes de que llegue el nuevo año,
el suspiro antes del ansiado reencuentro.
El zumbido que anuncia la llegada de la abeja
y el olor a tierra húmeda que augura la lluvia.
y el olor a tierra húmeda que augura la lluvia.
La flor que se despereza siendo aun un capullo antes de ver el sol por primera vez,
el tamborileo enloquecido del corazón antes de las lágrimas del desengaño.
La emoción antes de pronunciar la propuesta y
la sorpresa antes de responder, “Sí, acepto”.
Todo ello y más... se une en el infinito espacio que existe entre lo que sucede
y lo que está por suceder.
Todo ello y más... suspendido como minúsculas e imperceptibles partículas de polvo cósmico en las entrañas del tiempo.
“Vilo”, le llamo yo, a ese eterno momento que a la vez existe y no.

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