Mi Pequeña Yo - MICRORRELATO

Caminando hacia el mercado iba mirando las hojas caídas sobre la vereda, las ramas que ya empezaban a verdear mecidas por una brisa suave casi primaveral. Los pájaros se oían pero no alcancé a ver ninguno, distinguí, sin embargo entre los trinos, el alegre canto de un colibrí.

En mi andar también posé mi vista en una pequeña que venía caminando de la mano de su madre. Dos colitas a los lados recogiendo su cabello lacio y castaño. Una sonrisa despuntaba en su cara y parecía mirar a su madre con mucho cariño justo en ese instante. Me sonreí.

El tiempo y la distancia fueron acercando nuestros pasos y me sorprendí enormemente cuando me reconocí en aquella pequeña. Nuestras manos se rozaron al pasar y un escalofrío me recorrió entera. Me es difícil describir lo que sentí. Una emoción tan grande y una alegría plena.

Me di cuenta unos minutos más tarde que en el bolsillo de mi chaqueta tenía un sobre que antes no había estado allí. Me metí en el primer barcito que ví y me senté en una mesita cercana a una ventana. Pedí un cortado y sin esperar que el mozo se fuera saqué apresuradamente la carta para leerla.

“Hola Ximena. Allí estás tal como te imaginaba. Quiero decirte que eres una gran persona. Que me has hecho feliz a cada instante. Que sos más fuerte de lo que te imaginás y que eso no apagó tu dulzura. Aprovechá cada día de tu vida. Rei, cantá y bailá sin importar nada más. Querete mucho y reconocé tus esfuerzos y tus logros. Te espera un camino hermoso, mi camino también.

Un abrazo enorme, calentito y apretado de tu yo pequeñita que te mira con admiración y con respeto. Te quiero.

Ximenita”


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