Letras al Viento - MICRORRELATO

Parada en la estación me miro los pies. Hoy estreno zapatos nuevos. Ensimismada, me sorprende un viento fuerte pero fugaz, como el suspiro de un gigante, que sacude mis pensamientos y me despeina los cabellos que quedan alborotados. Mientras me acomodo la melena poso la mirada sobre una joven parada en el andén de enfrente.

La muchacha frente a mí llama toda mi atención, captura todos mis sentidos, tiene algo que la hace resaltar en esta escena, no sé bien qué es. Lleva sombrero, vestido rojo con lunares blancos y zapatos marrones que hacen juego con su maleta. A lo lejos comienza a divisarse un humareda gris que va rompiendo el ‘naranji-rosa’ del atardecer. 

Vuelvo la vista hacia la joven que ha volteado la cara y... ¡oh, parece estar mirándome! No alcanzo a verle los ojos pero siento su mirada penetrante, inquisidora como atravesándome la piel y el espíritu. Sin embargo, no logro distinguir sus facciones. Intimidada por aquellos profundos ojos bajo la vista y vuelvo a mirarme los pies. Desde la profundidad de su mirada puedo ver sus intenciones…

De pronto suena el silbido de la locomotora que, arremetedora, se deja doblegar para disminuir la marcha para descansar en la estación. Quiero gritarle a la joven que no suba, que espere, que quiero hablar con ella… Es inútil, mi voz es tragada por el bramido del tren y pierdo la esperanza de encontrarla. Luego de unos minutos, la locomotora vuelve a rugir extasiada de placer y continúa su camino. 

Para mi sorpresa, detrás de aquel gigante que se aleja está ella. Corro para no perderla nuevamente, bajo los escalones y cruzo las vías para llegar al andén opuesto. Sin aliento alcanzo el otro lado. El lugar está lleno, los recién llegados se saludan con los pueblerinos y hay muchachitos acarreando el equipaje, sin embargo recorro el lugar de punta a punta y no puedo hallarla. 

Una vez más me siento abatida, se ha esfumado entre mis dedos. Pero no… Allí, frente a mí, en el sitio donde yo había estado momentos antes, ahora está ella. ¿Cómo es posible? Me apresuro a correr hacia la pequeña escalinata pero algo me detiene. Su cabeza hacia un lado y hacia otro me dice, 'No, no vengas'. 

Desisto de ir a buscarla y entonces… Se hace polvo, un polvo negro que cae al suelo y cubre las baldosas. Cuando llego al lugar donde ella estaba encuentro un pequeño montículo negruzco y me asombra que nadie lo haya notado. Son letras, letras a montones. Tomo un puñado con mi mano, me incorporo y abro el puño soltándolas. Las letras, entonces, vuelan en el viento tal como ella quería.


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